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Buenos Aires, ciudad educadora

lunes, 9 de noviembre de 2009

Ciudades fragmentadas VS Ciudades integradas


El Senador Provincial José Zingoni nos cuenta que 97 % de la población bonaerense vive en ciudades, por lo que analizar cómo han crecido y sus dificultades y deficiencias es una cuestión prioritaria.

La nota completa la encontramos en la Revista OXG de diciembre de 2008.

De inseguridades, ausencias y asentamientos precarios



María Cristina Cravino -antropóloga e investigadora de la Universidad de General Sarmiento- analiza cómo los pobres y los habitantes de asentamientos precarios, teniendo las mismas dificultades que el resto de los habitantes de las ciudades, no logran hacer valer sus derechos ni ser escuchados y "mostrados" por los medios de comunicación masiva.


Para leer el artículo completo: Revista OXG, octubre de 2009.

viernes, 23 de octubre de 2009

CIUDADES DIGITALES: PROYECTO PARA LA MODERNIDAD CON INCLUSION SOCIAL



Por Ricardo Campero



Introducción:

Serán casos lideres La Plata, Mar del Plata, Bahía Blanca, Tandil, Pergamino, Chascomus, Saladillo, Olavarria, Junín, Lanus. Lomas de Zamora, Almirante Brown, Morón, Lujan, Chivilcoy, Avellaneda, La Matanza, Quilmes, Tres de Febero, San Martin, San Nicolas, Vicente López, San Isidro, San Fernando, Tigre y demas ciudades que acrediten un sistema desarrollado de los factores de innovacion (sinergia entre Universidad, empresa y gobierno local).

Una ciudad digital es un espacio virtual de interacción entre los actores sociales utilizando como soporte los medios electrónicos y las tecnologías de la información y comunicación (TIC´s)Fundamentalmente es una articulación para la administración publica, las empresas y sus asociaciones, las entidades educativas y de salud, los sectores vinculados a la promoción económica y social y los espacios de alfabetización informáticas y clubes y centros culturales.

La columna vertebral es el gobierno entendiendo por tal no solo las aplicaciones de gestión interna, a los efectos de la eficiencia municipal, sino los vínculos con la sociedad y servicios para la realización de tramites on line, información para la transparencia, telemedicina, tele seguridad, etc.Este proyecto es una iniciativa política para ser emprendida por Ley de la Nación.

El proyecto consiste en dar apoyos financieros a los Municipios, inclusive no reembolsables, cuando aseguren el cumplimiento de los objetivos de transparencia, promoción de la competitividad, tele salud y tele vigilancia y aporten a la inclusión social digital mediante programas de alfabetización informática y capacitación on line de oficios, entre otros.

La selección de las ciudades antes mencionadas se hace teniendo en cuenta de las fortalezas del sistema universitario y otros de innovación en el lugar.

Se entiende que el desarrollo del Proyecto esta condicionado a la participación y promoción de los gobiernos provincial y municipal que tendrán mas beneficios cuando mayor sea el aporte respectivo de por sí o de los agentes de la ciudad.

Los Partidos de Vicente López, San Isidro, San Fernando y Tigre integran un área digital que será la suma de ciudades digitales mas áreas comunes de innovación y servicios económicos y comerciales además de punto de encuentro de las empresas nacionales y extranjeras radicadas en los distritos y que no tienen actualmente ni sinergia entre ellas ni generan externalidades a su entorno ni se benefician del mismo.


Para leer el artículo completo:

jueves, 15 de octubre de 2009

Hacia la ciudad virtual, a través de una experiencia lúdica


Lively Latino: Sala Virtual de Chat Gráfico Latino e Iberoamericano



Instrucciones para Participar en la Sala

Instalación, Registro y Activación
Para poder acceder a la sala, debes descargar e instalar Google Lively (es gratis, rápido y fácil de descargar e instalar) y crear un avatar para tu cuenta de gmail.
Si no tienes cuenta de gmail, debes crearte una seleccionando "create a new account".

Movimiento
Para mover tu figura, arrástrala, haciendo click sobre ella y manteniendo el botón apretado mientras mueves el mouse hacia el lugar que deseas llevarla.
También puedes hacer doble click en el lugar al que deseas ir.
Si deseas sentarte en una silla o usar un objeto, coloca el mouse sobre el objeto y verás que se activa un indicador verde que señala que puedes usarlo, entonces haces doble click sobre el indicador verde y tu figura se sentará o acomodará allí.

Visualización
Para cambiar lo que ves sin moverte, puedes hacer click en cualquier lugar del espacio virtual y manteniendo el botón apretado, mueves el mouse para ajustar la vista o rotar...
También puedes hacer click en el ícono que se encuentra en la esquina superior izquierda del espacio virtual para cambiar la vista (avatar o vista de usuario, vista de ave o buscador o viewfinder).


Conversar
Escribe lo que deseas decir en la barra horizontal de texto que se encuentra debajo del espacio virtual.
Si deseas decirlo en secreto a otro usuario, debes hacer click en su figura y seleccionar la opción "Whisper to".


Realizar Gestos y Acciones
Al escribir, si usas emoticones como :-) :-( :p ;) :-O y otros, tu figura representará dichas acciones.
En adición, si haces click sobre tu figura, verás una pestaña que dice "Animations", con una larga lista de acciones que puedes realizar.
También puedes realizar dichas acciones escribiéndolas directamente en el texto precediendo su nombre por un símbolo "/". Por ejemplo /angry o /cheer o /dance1, etc.

Interacción y Gestos con Otros Usuarios
Puedes hacer click en la figura de otros usuarios y seleccionar la pestaña "Animations" para ver la lista de acciones que puedes realizar con dicho usuario.
También puedes realizar dichas acciones escribiéndolas directamente en el texto precediendo la acción por un símbolo "/" y acompañándola del nombre del usuario. Por ejemplo /kiss maria o /hug juan o /kick pedro, etc.




Creatividad e Innovación en la Educación

lunes, 7 de septiembre de 2009

Lo que nos dicen los nombres de las calles


Los nombres de las calles porteñas:

una mirada sesgada de la historia


Si la historia la escriben los que ganan, parece ser que a los nombres de las calles de Buenos Aires también. Surgidos en las postrimerías de la derrota de los federales ante los unitarios, en la puja por la definición de un modelo de hegemonía nacional -en la segunda mitad del siglo XIX- los nombres de las calles porteñas traslucen una mirada sesgada de la historia. Militares, juristas, políticos, batallas: más de dos mil nombres repartidos por la Ciudad, pero con grandes ausencias y figuras olvidadas. Y si bien hablar de unitarios y federales es una simplificación que deja de lado numerosos matices e intereses cruzados, lo cierto es que los nombres de los líderes, caudillos y batallas de los federales fueron borrados de un plumazo a la hora de ponerle nombre a las arterias de la Capital.

"El de Buenos Aires es un callejero muy cuestionable, con ausencias y presencias muy grosas. El triunfo de los unitarios, luego rebautizados liberales, fue un triunfo sin perdón, sin amnistía. Como puede verse en la historia oficial, se evidencia la intención de denigrar y desalojar a los adversarios", señala a Clarín el escritor e historiador Mario "Pacho" O´Donnell.

¿Quiénes serían esos grandes ausentes? "Por ejemplo -dice O'Donnell- no existen calles que lleven el nombre de caudillos federales que lo merecerían: Estanislao López, Francisco Ramírez, Juan Bautista Bustos, Alejandro Heredia, Chacho Peñaloza, Felipe Varela. Eso es una injusticia, porque además de personajes de nuestra historia fueron también importantes en la guerra de la independencia, pusieron el cuerpo en las batallas. Hay calle Quiroga, y por supuesto no hay calle Rosas, más allá de que es una figura sobre la que se puede polemizar mucho".

El escritor recuerda el conflicto desatado cuando propuso darle el nombre de avenida Rosas a un sector de la avenida Sarmiento, entre el monumento a los Españoles y Plaza Italia. "Un sector de la avenida donde no vive nadie. La idea era que se cruzaran Sarmiento, Rosas y San Martín -Libertador-, pero despertó una gran polémica, fue muy discutido y no se aprobó".


Un capítulo aparte merecen algunas estatuas de la ciudad, como el monumento a Lavalle -en la plaza del mismo nombre, frente a tribunales- o el de Sarmiento, en Palermo. Y si bien O'Donnell aclara que él no propone el cambio de los nombres de las calles porque en general estos proyectos no cuentan con el apoyo de los vecinos, sí cuestiona el lugar donde están emplazados en la Ciudad algunos monumentos. "Entre otras barbaridades, se impone cambiar el lugar del monumento a Lavalle, que en una actitud aberrante se lo erigió frente al solar de los Dorrego. Con lo cual se sigue insultando la memoria de ese gran patriota, Dorrego, y la del propio Lavalle, cuyo mérito mayor no fue fusilar a Dorrego sino haber sido un valiente jefe de caballería que se lució a las órdenes de San Martín y Bolívar", señala O'Donnell.

La otra estatua cuestionada por el historiador es la de Domingo Faustino Sarmiento, la maravillosa escultura de cuerpo entero del artista francés Auguste Rodin, y que está semioculta entre los matorrales de Palermo, frente al monumento de los Españoles. "Insólitamente se buscó ubicarla en el lugar donde estuvo el dormitorio de Rosas -asegura O'Donnell- en la casa que luego fue volada, el 3 de febrero de 1899, justamente en el aniversario de la batalla de Caseros. Pero tuvieron que hacer un trabajo de investigación para ubicar dónde estaba el dormitorio de Rosas. Como en el caso de Dorrego y Lavalle, esto denigra tanto a Rosas como a Sarmiento. Esta circunstancia dio lugar a un comentario irónico de Aurelia Velez, la amante de Sarmiento, quien al enterarse le escribió a una amiga: 'pobre Domingo Faustino, hasta la eternidad en la cama con el tirano'".


También hay calles cuestionadas. "Las calles que no deberían estar, los que no merecen una calle, como por ejemplo Manuel García, que fue el traidor a la Patria que a instancias de Rivadavia y cumpliendo con los deseos de Gran Bretaña entregó la Banda Oriental a Brasil, a pesar de que habían vencido en las batallas de Ituzaingó y Juncal", señala O'Donnell. "Hay que hacer algunas de estas modificaciones, sería un espacio de reconciliación necesaria y permitiría cerrar una herida abierta que sigue supurando", concluye.

Otro historiador que ha analizado el significado de los nombres de las calles de la ciudad, Eduardo Lazzari, recuerda que fue una ordenanza de 1893 -y una ordenanza complementaria de 1904- la que estableció los nombres y reordenó toda la ciudad, "habida cuenta de que se repetían los nombres, ya que eran tres ciudades diferentes: Buenos Aires propiamente dicha (se federalizó en 1880), San José de Flores y Belgrano. Y en ese reordenamiento se respetaron los viejos limites: por eso los nombres cambian de nombres en algunas avenidas. La Ciudad está dividida en seis polígonos, y por eso las calles cambian de nombre en las avenidas Rivadavia, La Plata, Caseros, Constituyentes, Dorrego y Warnes".¿Cuál es idea con la que se pusieron los nombres a las calles?

"Por un lado -sostiene Lazzari- eliminar la discusión de la historia, en un momento de auge de la historiografía liberal, encabezada por Bartolomé Mitre y Vicente Fidel López, que ignoraron el conflicto entre unitarios y federales, sacando a los federales". "A su vez -agrega- se respetaron algunos nombres que Buenos Aires tenía incorporados de la guerra civil, donde quizás el ejemplo más brutal sea el de la estación 11 de Setiembre, que recuerda la revolución que separó a Buenos Aires de la Confederación, el 11 de setiembre de 1852. Incluso algunos nombres, como el de la calle Vicente López, debería ser Vicente López y Planes, para que quedara claro que se trata del redactor del himno y gobernador de la provincia de Buenos Aires, quien firmó el acuerdo de San Nicolás, y que además era funcionario de Rosas. Pero se le dejó sólo Vicente López, con lo cual se lo confunde con el hijo que es uno de los paradigmas de los historiadores liberales".


¿Cuáles son los grandes excluidos de esta historia?

"Lo más notorio son las ausencias de los caudillos federales y las ausencias de las mujeres -parcialmente salvada con las calles de Puerto Madero-. O la presencia de la plaza Aramburu, nombres que fueron impuestos y no discutidos en la Legislatura", señala Lazzari. "También hay otros que persisten en la memoria más allá de los cambios. La gente sigue hablando de la calle Canning -ahora Scalabrini Ortiz-. Canning fue el primer ministro inglés que reconoció la independencia argentina, pero su nombre fue cambiado".

Como bien recuerda O'Donnell, "en los países más civilizados no son aceptadas las calles con nombres de batallas libradas entre hermanos". Pero la mayoría de las calles porteñas que llevan nombres de batallas, 76 en total, dan cuenta en su mayor parte de esos enfrentamientos internos que abrieron zanjas históricas entre Buenos Aires y el resto del país. Alcanza con salir un poco de la Ciudad, ir a La Matanza por ejemplo, para encontrarse con una avenida Rosas.



martes, 23 de junio de 2009

Grandes cambios espaciales del Siglo XX que se acrecentarán durante el Siglo XXI


Viviana Taylor




El primer gran cambio espacial del Siglo XX está representado por la expansión urbana, cuyo ritmo más acelerado se verificó en los llamados países del Tercer Mundo. Si bien una de las características más evidentes corresponde a la concentración de la población, es aún mayor el aumento de la superficie ocupada por ciudades, que crece en forma continua. Baste recordar que nuestra tasa de urbanización actual es del 85% y se espera que llegue al 88% hacia el 2025.
Esta expansión, al alterar su forma, cambió la noción de ciudad, como consecuencia de la continuidad de la trama urbana que no permite reconocer límites claramente definidos entre una y otra. Es el caso, en nuestro país, de los grandes conurbanos (Bonaerense, de La Plata, de Rosario) en los que la ciudad eje y sus ciudades satélites pasan a formar un único conglomerado urbano, con características propias y distintivas.


El segundo cambio está representado por la expansión de los medios de circulación, comunicación e información. Si bien la expansión de los medios de circulación ha hecho que hoy las personas podamos trasladarnos de un lugar a otro como hace un siglo era impensable, estos desplazamientos son cada vez menos necesarios. La responsabilidad hay que achacársela a los medios de comunicación que han creado condiciones de instantaneidad tales que han vuelto muchos de estos traslados perfectamente inútiles. Ya hace años que existen empresas para las que una simple oficina de coordinación es suficiente, y una cantidad creciente de instituciones educativas que canalizan buena parte de sus tareas a través del aula virtual, internet o el correo electrónico.
Frecuentemente se ha comparado la revolución de las tecnologías digitales con la aparición de la imprenta. Desde Aristóteles, Sócrates y Platón hasta hoy, el cambio principal fue la palabra impresa: la escritura, el libro, la conferencia, el debate. La imprenta de Gütenberg, que transformó a mediados del siglo XV la técnica de reproducción de textos y de producción de libros aunque sin modificar sus estructuras esenciales, cambió nuestra capacidad para mover información y conocimiento a través del tiempo y el espacio.
Es evidente que en la actualidad nos encontramos frente a una revolución mayor. Las tecnologías de la información y la comunicación no sólo presentan un nuevo salto en la forma en que podemos mover y compartir la información y el conocimiento. Con la pantalla el cambio fue radical, ya que son los modos de organización, de estructuración y de consulta de lo escrito los que se han modificado.
La revolución del texto electrónico fue, en principio, una revolución de la lectura: se lee linealmente pero también en profundidad, hacia dentro. Dio lugar a nuevas maneras de leer y nuevos usos de lo escrito para los que se requieren nuevas técnicas intelectuales. El texto electrónico permite al lector anotarlo, copiarlo, desmembrarlo, reordenarlo; convertirse en un original coautor. También le permite anular distancias y acceder a prácticamente cualquier libro en cualquier lugar. Algo así como la realización del sueño de la propia Biblioteca de Alejandría, y en casa.
A esta revolución de la lectura se le ha sumado, además, una nueva revolución: la de producción de materiales. Hoy no se requieren competencias específicamente desarrolladas ni complejas para ser el productor de una página electrónica, en la que se pongan a disposición pública los contenidos producidos por uno mismo, o aquellos producidos por otros con los que uno se identifica o sobre los que tiene algo que decir, o simplemente desea mostrar.
Pero estas revoluciones son hijas de la verdadera revolución, la más importante, que consistió en la alianza entre las tecnologías de la información y las de la comunicación: las redes web, las comunicaciones y teléfonos celulares, los dispositivos de almacenaje, el correo electrónico, por separado no son tan potentes como juntos. Uniéndolos, se configura un nuevo territorio en el cual se desarrollan nuevas actividades o viejas actividades de otro modo; un territorio electrónico en el cual se produce y almacena información, se la comparte y modifica, y pueden edificarse organizaciones como una escuela virtual o una comunidad virtual que se ocupe de cuestiones relativas a la salud, a la asistencia, ambientales, educativas o de seguridad. Esto sólo es posible cuando se tiene a la tecnología de la información y de la comunicación actuando juntas. Y se produce un espacio electrónico que se suma a los demás existentes y es tan real como el espacio físico.

Son, precisamente, estas tecnologías las que les otorgan el soporte necesario a múltiples comunidades para que se desarrollen. En este caso, cuando hablamos de comunidades, no sólo las pensamos en un espacio físico, sino primordialmente como un grupo de personas que encuentran algo en común, sea que se encuentren en un espacio físico, diseminadas por la ciudad, o por el mundo. Se trata de redes sociales y comunidades de interés, a las que ya me referiré con más detalle al hablar de los fenómenos de deslocalización. La revolución tecnológica consiste, propiamente, en la forma en que estas personas utilizan la tecnología de la información y de la comunicación para reunirse, intercambiar y hacer cosas juntos.

Esta revolución nos obliga a reflexionar acerca de sus efectos sobre la definición del espacio público. Así como puede acercar comunidades separadas y desvinculadas, y puede hacer realidad el sueño de la Ilustración, también puede dejar fuera de la participación a vastos sectores de la población para los que la tecnología sólo es el inaccesible juguete de los otros.
En efecto, la tecnología puede reproducir la lógica de la exclusión -la exclusión digital- pero también puede ser utilizada para disminuirla. La incorporación de esta herramienta puede ayudar a recrear la solidaridad, a fortalecer vínculos sociales e inaugurar nuevas formas de ciudadanía, o al menos a ejercer las que existen.

Argentina, como muchos otros países, invirtió grandes cantidades de dinero público para construir telecentros comunitarios, un lugar al que puede ir la comunidad y aprender algunos conocimientos prácticos. Pero la mayoría fueron un fracaso, y no pudieron sostenerse. Y aún allí donde sí funcionaron, no se aprendieron las lecciones para poder llevarlas a otro lado.
Las razones debemos buscarla, por un lado, en que la idea fue mal planeada. Faltó una estrategia que consistiera no sólo en montar un telecentro, sino que partiera de cómo lo usamos para desarrollar los conocimientos y el aprendizaje de una comunidad, y no sólo de un individuo.
Paradójicamente, en esas mismas localidades funcionan cafés con internet -los ya conocidos cibercafés- que no sólo funcionan mejor, sino que en general son usados por los jóvenes. Claro que los usan para cargar información en sus redes sociales (como Facebook) o imágenes en su fotolog, jugar en línea, mandar e-mails y chatear, más como entretenimiento que como educación.
Hoy el desafío es abrir telecentros que hagan pensar en la comunidad; que la comunidad entienda que las computadoras no sólo sirven para almacenar y recuperar información, sino que crean un espacio virtual que permite hacer cosas juntos: por ejemplo, mejorar su salud, sus escuelas, sus servicios públicos. Que sirvan de fomento para la formación de redes sociales en las que personas y pequeñas comunidades se escuchen unas a otras e intercambian sus experiencias. Esto es, tratar problemas y desarrollar identidades democráticas más robustecidas.


Un tercer cambio se introdujo a partir de la llamada conquista del espacio, que ha perdido sus connotaciones románticas para volverse práctica. En la era de la rentabilidad, la aventura hubiese resultado demasiado costosa si no hubiese permitido la explotación del espacio como prolongación de la puesta en red del planeta, a través del lanzamiento a órbita de satélites para la comunicación y la observación.


Según el antropólogo Marc Augé[1] estos cambios en la disposición del espacio que se han venido sucediendo desde el siglo XX tienden a lo que denomina deslocalización. Por deslocalización debemos entender cierto fenómeno en el que la tradicional asociación de los conceptos de espacio físico y lugar se ha roto, dando lugar a la consideración de ciertos espacios como no lugares. Así, junto con su concepto de deslocalización, introduce el de los no lugares para caracterizar algunos de los nuevos espacios contemporáneos que no portan ninguna marca de identidad, no constituyen ninguna sociabilidad, ni son portadores de ninguna historia, por lo que son zonas de anonimato y de soledad. Es el caso de los supermercados, las autopistas, los aeropuertos. Aunque también incluye bajo esta denominación a todas las redes que transmiten instantáneamente la imagen, la voz y los mensajes de un lado a otro de la Tierra, podríamos decir, siguiendo su razonamiento, que en este caso sí constituyen lugares, aunque sin el soporte del espacio físico para el encuentro. Podríamos hablar, más precisamente, de lugares virtuales. Las salas de chateo, donde se reúnen habitualmente las mismas personas, que se reconocen y han entablado una relación cargada de afectividad son un buen ejemplo; así como los foros de discusión, los grupos de interés y las redes sociales, el aula virtual...

El sociólogo Alain Touraine[2], por su parte, afirma que en realidad vivimos entre dos mundos. Uno, el de una economía global mundializada, caracterizada por los rasgos que hemos expuesto. Y frente a él otro mundo, en el que buscamos identidades que se vuelven cada vez más defensivas.
Al tratar de protegernos de las amenazas de la globalización, que nos vuelve anónimos y aislados, terminamos aferrándonos a cualquier grupo que nos permita un sentimiento de pertenencia, sea étnico, religioso, sexual, etáreo, o barrial.
En Argentina, donde tradicionalmente los grupos se integraban a la sociedad total, este es un fenómeno relativamente nuevo, pero cuyo nacimiento no podemos ignorar. Quizás sea el único modo de entender el afloramiento de ciertos grupos violentos, la aparición de formas activas de segregación y discriminación, de las tribus adolescentes con características bien diferenciadas las unas de las otras y hasta con nombre propio.
La conclusión de Touraine ante esta advertencia, es que se vuelve imprescindible un esfuerzo de rearticulación de una economía social y una política cultural.

[1] Augé, Marc. Los Espacios del Futuro. Edición 50° Aniversario del Diario Clarín. 1.995.
[2] Touraine, Alain. Argentina en el Tercer Milenio. Ed. Planeta. 1.997

Identidades radicalizadas y ciudadanía


Viviana Taylor




La sociedad argentina, como todas las sociedades contemporáneas, ha sufrido una crisis aguda de las identidades, de las maneras como sus ciudadanos se imaginaban dentro de colectivos.
Modernamente, las opciones eran variadas e inclusive podían superponerse: uno era ciudadano, pero a la vez trabajador/a, joven, hombre/mujer, universitario/a, peronista, practicante de alguna religión, gordo/a e hincha de un club. Muchas veces, todo eso junto. Pero hoy asistimos a un mundo en el que el mundo del trabajo se dedica a expulsar, ser joven es delito, el género permite migraciones, no se puede ser universitario porque no alcanza el dinero o no vale la pena, ser peronista significa un estallido de significaciones o la traición menemista, ser gordo es un estigma, la propia noción de ciudadanía ha entrado en crisis, y las grandes tradiciones de inclusión ciudadana se convierten en las duras políticas de exclusión social.
Parecen quedar pocas posibilidades. Apenas ser hincha de algún equipo de fútbol, o participar de una tribu[1]. En menor medida, quizás, participar de alguna fe religiosa. Es fácil, y permiten tener una gran cantidad de compañeros que no preguntan de dónde viene uno.

El problema frente al que nos encontramos es doble:
Por un lado, que estas identidades no son ni pueden ser políticas y entonces implican que la discusión por la inclusión y la ciudadanía se diluye en esta ciudadanía menor, confortable y mentirosa.
El otro, mucho más grave, es que estas identidades son radicales: existen sólo frente a otra identidad que le sirva de oposición. Y cuando la identidad queda tan solitaria, sin otra opción que ella misma para afirmarse como sujeto social, el otro se transforma en un absolutamente otro, y el deslizamiento a la consideración del otro como rival y como enemigo es inevitable. De ahí el “no existís”. No existís que es el grito de guerra que acompaña al “aguante fulano”.

Negar la existencia del otro, lejos del contacto tolerante de la sociedad democrática, implica aceptar que el otro, simplemente, puede desaparecer, puede ser suprimido. O lo que es peor, que debe ser suprimido.


[1] Una tribu adolescente es un colectivo de adolescentes que asumen como marcas de identidad un lenguaje, una vestimenta, unas formas de arte, esto es, sobre todo una postura estética, que les permite identificarse como pertenecientes a la misma a la vez que los diferencia del resto.

lunes, 15 de junio de 2009

Buenos Aires, Capital Mundial del Libro en 2011


Buenos Aires ha sido elegida Capital Mundial del Libro para 2011 por la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) debido a "la calidad y la variedad del programa propuesto y por la estrategia general que éste implica", informó el organismo en un comunicado de hoy, 15 de junio de 2009.

Un comité de selección compuesto por representantes de las tres principales asociaciones profesionales internacionales del mundo del libro y de la UNESCO fue el que la eligió.


Buenos Aires es la undécima ciudad designada Capital Mundial del Libro, después de Madrid (2001), Alejandría (2002), Nueva Delhi (2003), Amberes (2004), Montreal (2005), Turín (2006), Bogotá (2007), Amsterdam (2008), Beirut (2009) y Liubliana (2010).

La UNESCO y las tres principales organizaciones del sector -Unión Internacional de Editores (UIE), Federación Internacional de Libreros (FIL) y Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas (IFLA)- designan una ciudad para que desempeñe esta función entre las dos celebraciones sucesivas del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor (23 de abril).
Esta iniciativa evidencia la colaboración entre los principales organismos relacionados con el libro y el compromiso de las ciudades en la promoción del libro y la lectura, según la UNESCO.

Control ciudadano y transparencia electoral

El voto representa el primer eslabón de la vida democrática y es la expresión fundamental de la
voluntad general. Garantizar su transparencia es un compromiso ineludible de toda la ciudadanía.
Acciones y consejos de cara a las próximas elecciones legislativas: http://www.calendariodelcompromiso.clarin.com/pdf/calendario180.pdf



viernes, 12 de junio de 2009

V Foro Educativo: Escuela ciudadana - Ciudad Educadora


Por una nueva Ciudadanía con Justicia, Igualdad y Democracia
1, 2 y 3 de septiembre de 2009


El V Foro se llevará a cabo en la Sede de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS), Juan María Gutiérrez 1150, Malvinas Argentinas.


lunes, 1 de junio de 2009

Salamone, y su arquitectura que construyó la conciencia de la presencia del Estado en el interior de la provincia

De cómo la arquitectura crea cierto tipo de ciudadanía

A lo largo de 40 meses, durante la década del 30, un arquitecto de origen siciliano sembró el sudoeste de la provincia de Buenos Aires de edificaciones tan bizarras como monumentales. Sólo construía mataderos, cementerios y palacios municipales. Para poblar la pampa de estas demenciales moles futuristas, sus grandes aliados fueron el hormigón (“la piedra líquida”) y un gobernador fascista que pretendía “dignificar la región”.






Por Juan Forn






Estamos en 1936, y las obras públicas (de edificios y caminos) son uno de los motores esenciales para la reactivación económica, en un país aún azotado por el crac mundial del 29. Bajo el lema “Dios, Patria y Hogar”, el gobernador Manuel Fresco (un hombre cuyas simpatías fascistas lo llevaban a saludar públicamente con el brazo en alto, además de ensalzar sin pudor al Duce), decide encarar un ambicioso plan de edificaciones en los 110 municipios de provincia, para “dignificar el perfil oficial y paisajista de la región”. Mientras el “patricio” ministro de Obras Públicas José María Bustillo adjudica a su hermano, el arquitecto Alejandro Bustillo, la magna tarea de urbanizar la playa Bristol en Mar del Plata, queda para Fresco el enorme patio trasero que era el sudoeste de la provincia, y éste elige a Salamone (un arquitecto e ingeniero civil de quien no está muy claro si nació en Buenos Aires el 5 de junio de 1898, en el pueblo Leon Forte, de Catania, un año antes exactamente) para “consolidar urbanísticamente” todos aquellos humildes asentamientos que, hasta los años 30, seguían siendo sucedáneos de los fortines defensivos que se habían levantado a fines del XIX para protegerse del indio, o bien habían nacido como puntos intermitentes de concentración sembrados cada cincuenta kilómetros por la avanzada del ferrocarril.


De la noche a la mañana, Salamone se convierte en el proyectista más activo en toda la provincia (por entonces circulan dos dichos populares; uno de ellos dice: “Lo que Fresco dispone lo construye Salamone”; el otro corrige: “No se mueve un ladrillo sin que lo diga Bustillo”). Mientras Bustillo redefine “elegantemente” Mar del Plata con el estilo neoclásico que imprime al Casino, el Hotel Provincial, el Municipio y la gran Rambla con su plaza seca, piletas cubiertas y enormes vestidores en sus balnearios (una tarea que le llevó diez años enteros), a Salamone le alcanzan menos de cuarenta meses para la titánica tarea de poblar los pueblos perdidos de la pampa de edificaciones monumentales e imposibles de definir estilísticamente. A esa combinación delirante de elementos del art déco y el futurismo, del funcionalismo racionalista y el clasicismo monumentalista (aplicada a edificaciones tan simbólicas como mataderos, cementerios y palacios municipales) hay que sumarle el efecto que producen esas elefantiásicas y aluvionalmente mestizas construcciones sobreimpresas al inalterable horizonte pampeano, empequeñeciendo aún más esos pueblos de casas chatas y escasas calles. Por si todo esto fuera poco, la obra de Salamone plantea dos problemas adicionales a los estudiosos de la arquitectura: 1) que el tipo no dejó un solo escrito teórico o apunte personal fundamentando el porqué de esa decisión estilística (lo que deja a los estudiosos pedaleando en el aire, a tal punto que el investigador del Conicet Dardo Arbide puede reivindicarlo como producto puro del Cubismo Checo; el profesor Mario Sabugo opta por bautizarlo como Futurismo Populista Bonaerense, y el mencionado Belucci habla en cambio de lo anticipatorio que es Salamone del estilo iconográfico de Las Vegas y Disneylandia); y 2) el espíritu ideológico que originó el megalómano proyecto y terminó “envolviéndolo” (a falta de reflexiones del propio Salamone), atribuible al fascista Fresco.




No es casualidad que las obras de Salamone se centraran en tres instituciones-eje en la vida de los pueblos pampeanos, como cementerios, mataderos y municipios. En el proyecto de Fresco, era imperativo que el municipio se convirtiera en el corazón urbano de cada pueblo (así como el matadero y el cementerio debían “anunciar” la entrada y la salida del centro urbano, uno en cada extremo). En cuanto a los municipios, la elección que hace Salamone del monumentalismo (en lugar de alguna variante aggiornada del cabildo con recovas o el palacete neoclásico) apunta a transmitir el paternalismo estatal con su nuevo signo de eficiencia administrativa (“la máquina de tramitar”). A tal punto el municipio debe regir simbólicamente las vidas del pueblo que el arquitecto remata la construcción con una torre que supera en altura hasta el campanario de la iglesia, a la que corona con un inmenso reloj (ya no es la evolución del sol sino el municipio el que da la hora “oficial”). En cuanto a los mataderos, debían ser símbolo orgulloso de la nueva industria, con la creciente mecanización del faenado y la imposición de mayores medidas sanitarias, desde las salas azulejadas hasta las bombas eléctricas y los laboratorios (en este caso, a falta de signos visibles exteriores fuera de los corrales, Salamone optó por convertir la fachada del matadero en verdaderas ornamentaciones simbólicas, a las que imprimió forma de enormes cuchillas verticales). En cuanto a los cementerios, tener familia enterrada consolidaba el sentido de pertenencia a ese asentamiento urbano de parte de los sobrevivientes. Para consolidar ese vínculo, Salamone opta por enfatizar casi operísticamente la frontera entre la ciudad de los muertos y la ciudad de los vivos, edificando enormes portales de acceso (con gigantescos cristos cubistas y ángeles guardianes, o monumentales inscripciones RIP en letras de granito negro que alcanzan por sí solas los quince metros, a los que hay que sumar la altura del portal que las contiene).


El gran aliado material de Salamone en esta tarea fue el hormigón (llamado por entonces “piedra líquida”), una innovación que permitía no sólo conquistar las alturas sino de elocuencia hasta entonces inimaginable. A eso le sobreimprimía revoques lisos y uniformemente blancos (el color democrático, además de económico). También se encargaba obsesivamente del diseño de los interiores, combinando siempre geométricamente pisos de granito (que venía de las canteras de las sierras pampeanas), con aberturas de hierro, metales cromados y opalinas en los artefactos lumínicos y carpinterías en nogal. Los baños eran de diseño igualmente funcional y luminoso, con azulejos de piso a techo y griferías sin molduras innecesarias (vale aclarar que, en el caso de los muebles, sus diseños no eran especialmente felices, ni en innovación ni en comodidad, como puede verse en la silla oficial del intendente de Laprida, cuyo respaldo altísimo repite los trazos de la torre que remata la sede municipal).


La tremenda ironía es que, mientras Bustillo se dedicaba a inaugurar en Buenos Aires el tedioso edificio del Banco Nación, que según sus propias declaraciones a la prensa “fijaba el punto de partida del Estilo Clásico Nacional Argentino” (sic), las demenciales moles de hormigón de Salamone se alzaron en localidades ínfimas, además de perdidas (en la mayoría de los casos su población no alcanzaba al millar de habitantes, como Salliqueló, Urdampilleta, Saldungaray, Puán, Laprida, Lobería, Cacharí, Carhué o Carlos Pellegrini), casi “a espaldas” del progreso pretendido prepotentemente por el gobernador Fresco. Aun así, hay anécdotas legendarias, como la que se cuenta en Laprida, donde el caudillo del pueblo, un tal Martínez, que había llegado a intendente, interceptó al mejor estilo cuatrero el tren que llevaba más al Sur (aparentemente a Bahía Blanca) las piezas desarmadas de lo que sería el enorme frontispicio de la necrópolis local, y a punta de pistola ordenó: “El cementerio se queda acá”.




Con la intervención que hace Castillo a la gobernación provincial en 1940, queda interrumpido de cuajo el proyecto urbanístico de Fresco. Salamone no se queda en la calle precisamente: de hecho, sigue trabajando para el gobierno, pero en las provincias del Norte, con la empresa de pavimentación que había creado con uno de sus hermanos, y dedicado exclusivamente al trazado de caminos (misteriosamente, se abstiene de encarar toda edificación). Las nuevas autoridades lo fuerzan, poco después, a exiliarse de apuro en Montevideo, acusado de irregularidades en su relación con el gobierno provincial (aquí nuevamente discrepan los estudiosos, pero el proceso judicial no se debe a su relación con Fresco –si bien el caudillo provincial no sólo salteó siempre a la Dirección de Arquitectura a la hora de contratar a Salamone, sino que además le aplicaba un sistema “especial” de liquidación– sino por una de las licitaciones de caminos en Tucumán). Lo cierto es que, luego de casi tres años de proceso, Salamone es sobreseído y vuelve a Buenos Aires, “reivindicado su buen nombre”. Esto incluye, al menos tácitamente, el aspecto ideológico: si bien en la inauguración oficial de las obras en Tornquist, con presencia y discurso del inefable Fresco, flamearon, según la prensa local, banderas con la svástica nazi en manos de la gran colectividad germana de la zona (cabe aclarar que estamos hablando de 1938, y que por entonces la bandera “oficial” alemana era la bandera del Reich), en ninguno de los trabajos que he leído sobre Salamone aparece la menor evidencia sobre sus simpatías políticas, fuera de su temprana filiación (y pronto desencanto) con el Partido Radical. Que quede claro: tampoco estamos hablando de un progresista precisamente. Hasta su muerte, en 1959, Salamone tuvo una tertulia vespertina en su palacete de la calle Uruguay al 1200, frecuentada por el historiador Levene, el inefable Arturo Capdevilla (a quien algunas maestras de escuela aún deben definir como escritor) y un monseñor Lafitte, entre sus miembros más conspicuos. Seguramente hay una relación directa entre esas tertulias y la empecinada abstención de nuevas construcciones monumentalistas de parte de Salamone, pero ése es otro de los misterios que rodea al personaje. Si bien después del exilio su actividad profesional se mantuvo acotada a la empresa de pavimentación (suprimiendo el título de arquitecto de sus sellos y ahora participando sólo de licitaciones de vecinos, no estatales), hay al menos dos edificios en Buenos Aires que llevan su firma, aunque el tiempo se encargó de anonimizarlos, cada uno a su manera: a uno de ellos, ubicado en la esquina de avenida Alvear y Ayacucho, le sacaron la placa con su firma cuando le blanquearon la fachada; el otro, en la calle Zufriategui, que fue sede de su empresa de pavimentación, corrió suerte similar al quedar bajo la sombra de la unión de las avenidas General Paz y Libertador cuando se construyó el puente de la Lugones. En cuanto a sus edificaciones más conspicuas, las que pueblan fantasmalmente la provincia, todas salvo una (una fuente frente al palacio municipal de Balcarce, que el pueblo llamaba “la torta de bodas”, y que fue derrumbada por el gobierno posterior) siguen en pie. Los mataderos están en su mayoría abandonados y en algunos casos aislados por el deterioro en los caminos causado por las inundaciones, salvo el de Azul (que hoy es el hogar de perros abandonados de la ciudad), el de Pringles (convertido en simpático museo de carruajes) y el de Balcarce (que ha mutado en capilla dedicada a San Cayetano). Las sedes municipales siguen albergando a las autoridades y los cementerios siguen albergando a los muertos, roídos lentamente por el descuido y el burocrático paso del tiempo, incluso el de Laprida, que supo conseguir el caudillo Martínez a punta de pistola.






domingo, 3 de mayo de 2009

Chicos en la calle





Se los puede encontrar haciendo malabares en los semáforos, limpiando parabrisas, separando y recogiendo basura, o deambulando a cualquier hora por lugares públicos en busca de limosnas. Algunos pasan sus noches en plazas, edificios abandonados, debajo de puentes, en escaleras.
Otros trabajan durante todo el día y vuelven a casa cuando cae la tarde. Son los chicos en situación de calle, peregrinos silenciosos de la ciudad, víctimas errantes de la pobreza y la desidia del mundo adulto, un mundo que se muestra cada vez más incapaz de brindarles contención y garantizarles sus derechos.
Condenados a una adultez prematura, estos chicos se ven obligados a trabajar para cubrir sus necesidades básicas, lejos del hogar y de la escuela, comprometiendo seriamente su salud y resignando sus estudios.
Forman parte de un círculo vicioso que perpetúa la exclusión social en el país: los niños y adolescentes en situación de calle, se ven privados de desarrollar habilidades que están estrechamente unidas a sus posibilidades de inserción laboral en el futuro.
Las estadísticas oficiales muestran que la infancia es el sector más golpeado por la pobreza, aquel sobre el que recae con más fuerza el peso de la crisis. La ampliación, coordinación y profundización de políticas públicas para la niñez, junto con la participación activa de las organizaciones de la sociedad civil, constituyen un desafío central del presente, porque el bienestar futuro del país depende del desarrollo saludable de los niños de hoy.




La exclusión infantil en números


40,9% de los niños y adolescentes del país son pobres (Fuente: EPH 2006).
14,3% son indigentes (Fuente: EPH 2006).
10% de los chicos en edad escolar no va a la escuela (Fuente: UNESCO 2005).
19,4% es la tasa de abandono interanual del Polimodal (Fuente: M. de Edu. de la Nación 2006).


Mujeres y ciudadanas

lunes, 20 de abril de 2009

LOF Proyecto Comunitario


El pueblo nación Mapuche habita en los territorios que hoy son conocidos como Argentina y Chile. En su lengua, LOF significa comunidad, y de allí toma nombre este proyecto artístico, comunitario y educativo, dedicado a la integración, contención, promoción y difusión en comunidades consideradas vulnerables.


Vale la pena conocerlos: http://lof.org.ar/mapuche.htm

Higiene urbana: un compromiso de todos



La ciudad de Buenos Aires produce más de 5.000 toneladas de basura por día. El volumen aumenta cada año y su tratamiento exige la participación coordinada de todos los actores, desde los vecinos hasta las diversas jurisdicciones de gobierno.






La ciudad de Buenos Aires aumenta cada año la cantidad de basura que produce y envía a los rellenos sanitarios del conurbano bonaerense. Según datos de la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (CEAMSE), durante 2008 la ciudad enterró unas 1.884.460 toneladas de basura, lo que representa un incremento del 14,53% en relación a la cantidad enterrada durante 2007 (1.645.368 toneladas), la variación más alta de los últimos 14 años.



Este crecimiento tiene un doble efecto negativo: por un lado,produce un fuerte deterioro del entorno urbano y de sus condiciones de salubridad, y por el otro, agrava la situación de los rellenos sanitarios. El desafío consiste entonces en reducir el volumen de basura en la ciudad, para lo cual es necesario el compromiso de todos los actores que intervienen en el proceso,desde los vecinos hasta las distintas instancias de gobierno.
Se trata de una larga cadena de responsabilidades cuyo primer eslabón es el ciudadano, que debe incorporar gradualmente el hábito de separar los residuos domiciliarios y disponerlos correctamente en la vía pública, a fin de facilitar su recuperación.




Cuidar la higiene urbana es una responsabilidad de todos: hoy es el momento de sumar nuestro compromiso.






Algunas direcciones útiles para consultar




• Fundación Ambiente y Recursos Naturales
http://www.farn.org.ar/


• Fundación Ambiente y Sociedad
http://www.ambienteysociedad.org/




• Greenpace Argentina
http://www.greenpeace.org.ar/


• Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (CEAMSE)
http://www.ceamse.gov.ar/


• Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires
www.buenosaires.gov.ar/areas/med_ambiente


• Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación
http://www.ambiente.gov.ar/


jueves, 26 de marzo de 2009

Arte e inclusión social


LA DIMENSIÓN CULTURAL DEL DESARROLLO


A través de centros culturales comunitarios, la ONG “Crear vale la pena” lleva adelante programas de integración para jóvenes en situación de exclusión, y confirma que el arte y la organización son factores indispensables del desarrollo humano.


Durante mucho tiempo, el concepto de desarrollo estuvo fuertemente asociado al de crecimiento ec¡conómico, y su medida corriente era el PBI per cápita. Hoy se sabe, sin embargo, que se trata de un fenómeno más amplio, que involucra aspectos inmateriales como la creatividad, el empoderamiento y la confianza.

Así lo supo también Inés Sanguinetti cuando decidió fundar la ONG Crear vale la pena, con el objetivo de promover la integración de jóvenes excluidos a través del arte y la organización comunitaria.
Para poner en práctica sus ideas decidió abrir dos centros culturales, uno en Beccar y otro en Bajo Boulogne, que hoy funcionan como verdaderas usinas creativas. Allí se realizan eventos artísticos y se forman grupos de trabajo, impulsando la creación de redes barriales.

Crear vale la pena propone un modelo de desarrollo fundado en el arte como motor de la vida social.
Concibe a la cultura como un derecho básico y defiende el acceso universal a los bienes simbólicos como requisito esencial del desarrollo.
DIRECTORIO

• Fundación Crear Vale la Pena
www.crearvalelapena.org.ar
comunicacion@crearvalelapena.org.ar
Tel.: (011) 4700-1600 / 4708-0742
• Asociación y Grupo de Teatro Catalinas Sur
www.catalinasur.com.ar
• Programa de Orquestas Infantiles y
Juveniles
Secretaría de Cultura de la Nación
www.cultura.gov.ar
• La Casa Amarilla
www.lacasamarilla.org
• Red Sudamericana de Danza
www.movimiento.org
• Programa Iberescena
www.iberescena.org
• Red Cultural Mercosur
www.redculturalmercosur.org
• Red Latinoamericana de Arte
para la Transformación Social
www.artetransformador.net
• El Culebrón Timbal
www.culebrontimbal.com.ar
• Circo Social del Sur
circosocialdelsur@yahoo.com.ar
• Agrupación M.u.r.g.a.s
www.agrupacionmurgas.com

Buenos Aires todavía no asumió la agenda urbana del siglo veintiuno


Fabio Quetglas: "Buenos Aires todavía no asumió la agenda urbana del siglo veintiuno".
Para el experto, vivimos en ciudades que fueron pensadas para otro tiempo, con otras dimensiones, necesidades y dinámicas. Este modelo está llegando a un punto de saturación, de ahí los frecuentes "colapsos".


Entrevista de Fabián Bosoer, para el Diario Clarín. Buenos Aires, Argentina.
fbosoer@clarin.com


Las ciudades son un artificio humano, cuya riqueza proviene de la mezcla. Así surgieron, como lugares de encuentro e intercambio en los mercados y las plazas, o como puntos de cruce de caravanas. Y por lo tanto, en el origen de la ciudad está ese movimiento, la mezcla de los diferentes, que se mejoran la condición mutuamente. Cuando se corta ese intercambio, se segmenta la vida urbana y los vecindarios se transforman en guetos empieza a declinar la vida ciudadana. Es una realidad histórica que hay que recordar y una perspectiva que permite ver la mezcla como oportunidad de aprendizaje, y concebir la superación como resultado de la apertura y el reconocimiento del otro, y al "lugar" como una construcción.

¿Qué tiene esto que ver con temas tan urgentes como la inseguridad urbana y suburbana, el caos del tránsito y la deficiente provisión de servicios públicos de primera necesidad en zonas periféricas de la gran ciudad?

Son preguntas que nos hacemos todos a diario. Algunas respuestas nos da aquí Fabio Quetglas, investigador, docente de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y consultor en planificación urbana, que siguió de cerca varios ejemplos de exitosas reformas en Barcelona, Medellín y Curitiba.


Ya hace más de treinta años José Luis Romero, en "Latinoamérica: las ciudades y las ideas", decía que Buenos Aires fue creciendo como si fuera "el desaguadero de la República": migraciones internas que formaron el GBA, el cinturón industrial, las sucesivas capas que se fueron agregando y segregando en un paisaje urbano crecientemente segmentado. ¿Nada nuevo? ¿O sí?

Es evidente que esta ciudad, que fue la "Reina del Plata" durante un período largo de su historia, en los últimos veinte años fue para atrás en muchos de sus indicadores, y es penoso comprobar que ese período coincide con el momento en el que esta ciudad adquiere su autonomía y empieza a darse su propio gobierno. Sigue teniendo su protagonismo, sus pretensiones, su circulación cultural, pero ha dejado de ser la Buenos Aires de los '60, la Buenos Aires referente que fue entonces.


¿Qué significa hoy gobernar una gran ciudad como ésta?


Antes de cualquier tema concreto, el problema central es la gobernabilidad misma: la conjunción territorial de espacios administrativos de distinto nivel, con prestadores de servicios públicos. Cualquier ciudad que pretenda tener iniciativas exitosas debe primero pensar su modelo de gobierno y entre otras cosas, para que el modelo de gobierno de una ciudad resulte exitoso, debe incluir en su arquitectura su relación con el entorno (servicios, infraestructuras, financiamiento, etc). Por eso las cuestiones del desarrollo territorial y la gestión urbana no pueden separarse como si se tratara de cuestiones independientes. Un modelo de desarrollo territorial adecuado piensa las relaciones entre ciudad y entorno en términos de gobernabilidad, eficiencia, sostenibilidad y ciudadanía. Todo ello requiere de mucha más práctica de gobierno multinivel y de una cultura política de acuerdos; pero sobre todo de mayor conciencia política de las dinámicas territoriales. Un gobernante, si no tiene conciencia del territorio, ¿qué gobierna?


¿Cómo se aplica esta idea a la ciudad de Buenos Aires?


Además del lastre que significa su condición macrocefálica y las restricciones de competencia que padece, Buenos Aires no ha asumido la agenda urbana del siglo XXI. Ni siquiera organizó aún su "gobernabilidad metropolitana"; es un anacronismo que el transporte público metropolitano sea regulado por el Estado Nacional. El propio mapa que delimita la Ciudad separada del Gran Buenos Aires sigue concentrando en un solo centro su actividad administrativa y tiene un trazado de recorridos viales que son decididamente anacrónicos.


¿Por dónde empezaría a destrabar estas cuestiones?


Si pudiera recomendar algo al Jefe de Gobierno -y a los porteños- diría "invertir en la periferia". Para la Ciudad de Buenos Aires puede resultar más económico contribuir con recursos propios (y también de la Nación, la provincia de Buenos Aires y los municipios, obviamente) a un plan que rompa el modelo monocéntrico, que padecer la ingobernabilidad derivada de la existencia de los desequilibrios territoriales. ¿Acaso no es mejor construir una red de prestación sanitaria de calidad en el GBA que cientos de miles de ciudadanos tengan que padecer el transporte para curarse en la Ciudad e igualmente afrontar el costo?


No parece tan simple poner de acuerdo a la Ciudad con la Provincia y la Nación. ¿Lo hemos visto, no?


Es cierto, pero será cada vez más necesario hacerlo. La descentralización es la única garantía de que todos los ciudadanos dispongan de los atributos mínimos de servicios y vida urbana de una ciudad razonable a una distancia accesible y evitar el proceso de guetización que estamos viviendo, con clases medias encerradas y sectores marginales confinados. Pero debe quedar claro: no hay reformas urbanas sostenibles sin reformas sociales y sin recursos. Encerrarse es el reflejo primario de algunos sectores para no enfrentar ni el costo ni la complejidad de la ciudad.


Hablemos del tránsito.


Sobre las cuestiones más "clásicamente propias" y que reflejan las complejidades, el primero es la movilidad. Una ciudad sin movilidad es una ciudad mutilada. Y si la gente vive cada vez más lejos de donde trabaja, el problema es enorme; en términos de la calidad de vida puede ser una catástrofe. Las dificultades de movilidad son una derivación de cómo se expande la ciudad y qué calidad de servicio público de transporte tenemos. Y la solución es de una complejidad enorme, porque es contracultural, porque andar en auto privado es una señal de status en nuestra sociedad.


¿Por qué cuesta tanto cambiar esa mentalidad en el caso porteño?


Bueno, se promueve la fabricación de autos; el que no tiene auto, quiere tenerlo, y el que tiene quiere usarlo. Y no entremos en la cuestión del ordenamiento vial y el estado de las calles, no hay una campaña que impulse el uso racional del automóvil. Tenemos que tratar de que la gente por distancias de quinientos metros vaya a pie, que las ciudades se inunden de bicicletas, que es más sano y más sostenible e implica menos humo. Lo ideal es que la gente viva como máximo a treinta o cuarenta minutos de donde trabaja. Eso significa repensar la actividad económica en las ciudades. Cuando se dice: "Saco el parque industrial bien lejos, porque entonces el humo, el ruido y los accidentes pasan bien lejos", se debe saber que eso es mover un montón de gente todos los días desde un lugar donde vive hasta un lugar bien lejos, que en ese lugar bien lejos se arman periferias, que después son de difícil administración.


¿En segundo lugar?


El otro tema central son los residuos. Si no queremos vivir en un basural, tenemos que ir a un cambio cultural, no solamente mejorar la recolección y el depósito. Cambiar nuestros hábitos de consumo es operar sobre esta gran confusión que hay entre bienestar y derroche: cuánto y qué consumimos, el packaging que utilizamos, la cultura de la comodidad excesiva.


¿Cómo abordar la preocupación por la inseguridad?


Lo anterior tiene directa incidencia sobre las causas de la inseguridad. No sólo la seguridad física. La seguridad de que el servicio público que debe pasar a las seis de la mañana pase; la seguridad de disponer de centros asistenciales abiertos todo el día y con recursos para hacer bien su tarea. O sea, un conjunto de seguridades ciudadanas que construyen "entornos" y permiten la liberación de energía creativa en la gente. No es verdad que los ambientes anárquicos son los que despiertan la creatividad; tampoco es cierto que vivir encerrados y con miedo, protegidos por murallas y puertas blindadas, mejore nuestra seguridad. ¿Por qué no se enfatiza entonces en mejorar los espacios públicos y calles, el transporte público, los centros de salud, las escuelas y las terminales de ómnibus? Todo esto afecta cotidianamente la calidad de vida de pobres y ricos, y contribuye también a aumentar los niveles de violencia en los que nos acostumbramos a vivir.


¿Qué ejemplos o modelos de transformación urbana exitosa podemos seguir?


Barcelona, hasta los '70, era una ciudad sucia, oscura, con barrios desconectados y sin transporte público. Lo importante de las reformas de Barcelona es lo que "no brilla": los mercaditos de barrio recuperados, la ciudad accesible, la exitosa descentralización de servicios que diseño y lideró Jordi Borja; todo eso convivió con las intervenciones "grandes" pero ordenadas a la idea de que el objeto de la ciudad es la vida de los ciudadanos.


¿Y en América latina?


Podemos rescatar el esfuerzo sideral de dos ciudades, que tenían enormes problemas: Curitiba y Medellín. Medellín era una ciudad asediada por el delito organizado. Mostró un esfuerzo de recuperación urbana muy sustantivo, con actuaciones públicas en los barrios marginales, con incremento de la oferta cultural, con construcción de hechos emblemáticos -es muy importante también que la gente se sienta orgullosa de los íconos de su ciudad-. Reconstruir la ciudadanía compartida implica asumir el desafío de hacer una ciudad integradora.


Copyright Clarín, 2009